Hace algunas semanas nos trasladamos hasta Sierra Nevada para realizar el reportaje de preboda de Manuel e Irene. Una joven pareja que, tras 17 años juntos, decidieron formalizar su relación el pasado 13 de agosto en la Parroquia de San Pedro de Torredonjimeno. Como casi siempre, el paraje había sido elegido a propósito ya que ambos habían pasado parte de su juventud estudiando en Granada, una ciudad llena de matices y colores. Fotografiar el Albaicín o el Paseo de los Tristes era una buena opción, ya que el lugar es tan asombroso que el encanto no desaparece por mucho que uno decida perderse por esos callejones, sin embargo, quisimos ir un poco más allá, probar con algo nuevo y diferente. Ellos confiaban plenamente en mí, por lo que no dudaron en dejarse llevar. Nos pasamos todo el día de aquí para allá, fotografiando cada momento especial y, por supuesto, como no podía ser de otra forma, disfrutando cada instante. En la mayoría de los casos la localización para la sesión preboda intentamos que sea un lugar que para los novios tenga un significado especial donde ellos se puedan sentir identificados. Como fotógrafo de boda nuestra misión es contar una historia con fotografías que identifiquen a la pareja, por eso nos tomamos tan en serio todo este tipo de detalles.
Fotografías que emocionan
La naturalidad es un elemento clave para obtener fotografías que emocionen.
Naturales y espontáneos compartieron momentos de risas y juegos conmigo. Casi sin prestar atención alguna a la cámara, confidentes, ambos, hablaban sobre los nervios que los inundaban pocos días antes del enlace, perfilaban algunos detalles finales que aun estaban en el tintero, y recordaban con añoranza aquellos años en los que solo tenían que preocuparse por aprobar los exámenes y encontrar tiempo para salir a tomar alguna que otra cerveza con los amigos. A lo largo de todo el día construimos un círculo de confianza con el que, poco a poco, comenzó a forjarse una amistad. Es curioso ver cómo muchos de mis clientes acaban convirtiéndose en personas importantes en mi vida y cómo se hace mucho más fácil fotografiar a aquellas personas que confían plenamente en mi trabajo y profesionalidad. Como no podía ser de otra forma el resultado fue espectacular. Fotografías que impactan, imágenes de altura, que ponen de relieve el amor que ambos se profesan. Un cariño que, 17 años después, sigue intacto.
Un contexto idóneo para un reportaje de preboda en Sierra Nevada
Sierra Nevada y Los Cahorros, un contexto idóneo para un reportaje de preboda por muchos motivos. A última hora de la tarde, como broche final a una de las sesiones más divertidas, decidimos trasladarnos hasta el paraje natural de Los Cahorros, una zona de media montaña a la que cientos de senderistas sedientos de aventuras acuden diariamente. A pesar de que quedaba poca luz decidimos avanzar por los puentes colgantes y el desfiladero para tomar algunas fotografías diferentes y originales.
Ellos, encantados con el lugar y la compañía, siguieron mis indicaciones en todo momento. Ni las largas horas de sesión, ni la llegada de la noche los hizo desistir. Por ello, siempre que algún cliente se acerca hasta el estudio para concertar una reportaje fotográfico de cualquier tipo, trato de hacerles ver la importancia de que los protagonistas se sientan relajados y actúen de forma natural, como si la cámara no estuviera delante. De lo contrario, las imágenes parecerán posadas y poco naturales, un efecto que siempre rechazamos, ya que buscamos fotografías naturales, que muestren la realidad de lo que acontece.
Lo mismo ocurrió el día del enlace. Ambos, confiados en nuestro trabajo pusieron toda la carne en el asador, por lo que el resultado, al igual que ocurrió en la preboda, ha sido excepcional. A ello, también, ayudó el entorno. La pareja decidió decorar el cortijo El Madroño tal y como ellos habían soñado siempre, de una forma original y diferente, con muchos guiños a todas aquellas cosas que habían vivido durante todos sus años de noviazgo. Por todo ello, disfrutamos mucho viéndolos tan felices, inmersos en todo lo que acontecía, riendo a carcajadas con los amigos y compartiendo el cariño con sus seres más queridos.
¡Manuel e Irene os deseamos todo lo mejor en esta nueva etapa que comenzáis! Esperamos que seáis muy felices y que siempre conservéis esa ilusión por caminar uno al lado del otro.
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